Avisaron que morí, no se molestaron en indicarme cómo o cuándo sucedió. Mi nombre apareció ahí y desde entonces no ha dejado de bailar. No es mala la idea, en estricto rigor, yo era inmortal y muy pocos estaban en conocimiento de aquello.
Para hacer el cuento corto, al día siguiente me transformé en Dios. Celestial. Un aura de menta, dejaba huellas blancas al caminar y todo lo veía en idioma plasticina. Hay que bajarle el perfil a ésto, se está tornando bastante raro e incomprensible la situación. Que broma más pesada.
Tíldenme de ridículo o loco, más gracias les daré queridos hermanos. Lo cierto es que ser un pequeño Dios me relaja, sólo yo tengo acceso a mis pensamientos. Quieren que regale detalles... ¿Compartamos?
6 comentarios:
Lo peor... es que todo es cierto!
Todo!!
No creo en dios
así que me quedo que eres Matías Zuleta
Creo que algo bueno debes haber hecho para merecerlo c:
p.d. Me inspira y no quise parecer copia. Sólo que no sé comentar en mi propio blog, patético.
compartamos.
Eso me gustó.
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